Para
desesperación de Enki, el temible pájaro Anzu había robado la «tablilla de los
destinos» y se la había llevado volando muy lejos, pero Ninurta logró capturarlo
y hacer que el ladrón dejase caer la tablilla al apsu, el dominio acuático de Enki. Este se alegró mucho y elogio a
Ninurta por su hazaña.
Pero a
Ninurta se le subió el éxito a la cabeza y, no contento con estos elogios, decidió
hacerse con el control del universo, para lo cual necesitaba conseguir la
«tablilla de los destinos,, que confería un poder supremo al que la portaba.
Pero Enki vio lo que tramaba su hijo y, a modo de aviso, hizo batir con fuerza
las olas del apsu, al mismo tiempo
que envió a su ministro Isimu a ver a Ninurta. Pero arrogancia de este último
era tal que incluso se atrevió a levantar la mano contra el emisario de su
padre. Esto agotó la pacienda de Enki, quien, en su exasperación, modeló una tortuga con arcilla del
apsu y, tras insuflarle vida, le
ordenó que excavara un profundo hoyo. Ninurta acudió a protestar ante su
padre, pero a medida que sus amenazas se iban intensificando, Enki se fue retirando
hacia donde estaba la trampa, hasta que, de repente, la tortuga salió de detrás
de él e inmovilizo a Ninurta, a quien el padre envió de un empujón al fondo del
hoyo.
Por más
que lo intentaba, Ninurta no podía trepar por las paredes de la trampa. Enki se
asomó desde el borde y miro a su hijo inmovilizado todavía por la tortuga
-Estabas
planeando mi muerte -dijo gritando- ¡Tú y tus fantásticas ideas! Tú, que has
sido capaz de dominar montañas, ¿no puedes ahora salir del hoyo que ha cavado
una simple tortuga? ¿Qué clase de héroe eres?
Por fortuna
para Ninurta en ese momento apareció su madre, Ninhursaga, quien al ver lo que
ocurría le mandó a Enki que dejara de regañarle y le recordó que una vez ella
misma le había salvado la vida tras comerse varias plantas venenosas.
-¿Y tú
que tienes que decir, comedor de plantas? -dijo- ¡Yo te salvé a ti, así que
ahora salvarás a tu hijo!
0.082.4 Anonimo (mesopotamia)
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