El arquero divino Yi logró procurarse un
elixir mágico que podía restaurar su perdida inmortalidad. Sin embargo, su
esposa se bebió la poción sin darse cuenta y el gran arquero cayó presa de los
celos de un humano rival con el que había elegido entablar amistad.
La
habilidad de Feng Meng con el arco sólo era superada por la del propio Yi.
Éste hizo todo lo posible por animar al joven cazador, enseñándole los aspectos
más importantes del arte de un arquero, como, por ejemplo, no pestañear mientras
se apunta o cómo visualizar pequenos objetos como si de gran tamano se
tratasen.
Muy
pronto, Feng Meng comenzó a considerarse rival incluso de su propio maestro,
hasta que un día lo retó a ver quién de los dos conseguía abatir a un mayor
número de gansos que volaban alto en el cielo. En un instante, había abatido a
tres de las aves, pero antes de que Yi pudiese desenfundar su arco, el resto de
la bandada se había diseminado por los cielos, con lo que se convirtió en un
blanco imposible. Pero incluso así, Yi abatió a oto trío, hazaña que convenció
a Feng Meng de que nunca conseguiría superarlo.
En su
amargura, el cazador planeó asesinar a su maestro, consciente de que ahora era
tan mortal como cualquier otro hombre, así que se refugió en el bosque y le
preparó una emboscada. Sin embargo, cada vez que lanzaba una flecha al aire, Yi
contraatacaba con otra que alcanzaba el asta a mitad del vuelo. Frustrado, el
asesino recorrió a métodos más rudimentarios para lograr su objetivo: esperó a
que Yi dejara el arco a un lado para recoger un pájaro que había abatido, se
abalanzó sobre él y lo aporreó hasta la muerte con la varilla de madera de
melocotón que utilizaba para llevar las presas a casa.
0.005. anonimo (china)
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