Los dragones eran bestias poderosas,
capaces de amontonar las nubes para provocar la lluvia o controlar las riadas.
Sin embargo, en las leyendas aparecen como seres estúpidos. De hecho, una de
ellas narra cómo un simple mono burló a un dragón marino con una
misericordiosa misión.
Un día,
un dragón que moraba en el océano vio que su esposa se encontraba indispuesta
y, con la esperanza de que recuperara la salud, le preguntó si le apetecía
comer algo. En un primer momento se negó a contestar, pero al poco tiempo,
confesó que tenía el antojo del corazón de un mono.
El
diligente marido se dirigió a la orilla, donde espió a un mono que se
encontraba en la copa de un árbol. Para que bajara, le preguntó al simio si no
estaba harto del bosque, y le ofreció llevarlo a través del océano a una tierra
en la que las ramas de los árboles estaban rebosantes de frutos.
El mono
se subió sin pénsarselo dos veces a lomos del dragón, pero se dio cuenta de que
el dragón se sumergía en las profundidades del océano. Presa del pánico,
preguntó hacia dónde se dirigían, a lo que el dragón respondió, disculpándose,
que necesitaba un corazón de mono para su esposa.
-¡Entonces
tienes que volver a tierra firme! -gritó el mono desesperada-mente. ¡Me he
dejado el corazón en las copas de los árboles!
Obediente,
el estúpido dragón hizo lo que le pedía, así que volvió nadando a la orilla y
dejó a su presa correteando en dirección a los árboles. Tras subir a toda prisa
a la seguridad de las ramas más elevadas, y mientras observaba a su raptor que
esperaba abajo en vano, pensó: «¡Qué simplón debe de ser ese dragón para
tragarse una historia así!».
0.005. anonimo (china)
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