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domingo, 16 de septiembre de 2012

El batido del mar de leche

El gran poder de Indra quedó menguado por la maldición de un poderoso sabio. Los dioses temían que, si su líder se debilitaba, acabarían siendo derrotados por sus enemigos los demonios, por lo que Visnú les ordenó que batieran el mar de leche para crear una bebida divina: el soma o amrita.

Tan ardua era la tarea que Visnú orde­nó a los dio­ses y a los demonios que llevaran la montaña Man­dara a la orilla del mar para remover con ella el agua. La colocaron encima de la es­palda del rey de las tortu­gas, Kurma, una de las diez encarnaciones de Visnú, y utilizaron a la gran serpiente Vasuki a modo de cuerda para en­volver a la montaña y batir así las aguas. Cuando se cansaron de la boca de Vasuki surgió un relámpago que desató una refrescan­te tormenta de lluvia. Los árboles de la montaña Mandara se des­prendieron de sus raíces con el movimiento y, al rozarse los unos con los otros, provocaron un incendio. Muy pronto, la monta­ña completa quedó en llamas y todos los animales y plantas que vivían en ella fueron destruidos. Cuando hidra extinguió el fuego con su lluvia, los jugos de Los árboles y las plantas fluyeron hacia el mar y empaparon a los dioses, que se volvieron inmortales.
Cuando los dioses y los demonios batieron el mar, surgió la Luna, seguida del Sol; mas tarde apareció la diosa Lakshmi, quien se convirtió en la esposa de Visnú. Luego llego el corcel blanco de Visnú v el elefante blanco Airavata, que Indra reclamó para sí. Brotó un Flujo de veneno de color azul, pero antes de que pudiera devastar la Tierra Siva se lo tragó y lo retuvo en la garganta, motivo por el que recibió el nombre de Nilakan­dia («garganta azul»). Por últi­mo, el sanador divino Dhan­vantari emergió del mar por­tando una taza llena de soma.
Los astutos demonios dieron la espalda a los dioses y ro­baron el soma. Visnú, disfrazado de seductora mujer, logro recu­perarlo, pero el demonio Rahu pudo al menos probarlo. El Sol y la Luna advirtieron a Visnú de lo sucedido, y aunque Kahu resul­tó muerto, la cabeza y el cuello del demonio quedaron impreg­nados del soma, lo que lo hizo inmortal. Así pues, huyó al cielo c hasta la fecha mantiene una lucha con el Sol y la Luna, a los que en ocasiones incluso se traga, de ahí el origen de los eclipses.
Más tarde, los demonios y los dioses libraron una tre­menda batalla, pero los dioses triunfaron. Retornaron la mon­taña Mandara a su lugar correcto, desfilaron de vuelta a casa con gran júbilo y el maravilloso Visnú se convirtió en el guar­dián del soma.

0.004. anonimo (india)

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