En
esa oportunidad el poderoso Thor, acompañado por su amigo Tyr, había
llegado, por primera vez, hasta la morada del gigante Hymir, que lo
recibió con la mayor hospitalidad y lo invitó a compartir una
opípara comida. Dado que los tres eran de muy buen comer y beber, se
dieron un gran festín y se devoraron completos dos de los tres
bueyes asados que habían sido servidos como plato principal. Al
terminar tan brutal comilona, el gigante Hymir se quejó:
-Ya
no tenemos qué comer, la despensa está completamente vacía,
¡vayamos a pescar!
El
agasajado Thor, ante la invitación del gigante, no pudo menos que
aceptar y decidió subirse a su gran embarcación. Los dos juntos,
entonces, emprendieron un azaroso viaje por alta mar, siempre
navegando hacia el norte mientras Tyr los miraba alejarse.
Luego
de varios días de viaje el gigante detuvo la embarcación y dijo:
-Éste
es un buen lugar para pescar.
Y
sin decir ni una palabra más arrojó un anzuelo atado a un sedal a
las gélidas aguas del Mar del Norte.
El
poderoso Thor iba a hacer lo mismo pero se dio cuenta de que no tenía
carnada; entonces, buscó con su mirada de ojos azules algo que le
sirviera como sebo y decidió utilizar la cabeza del buey que había
sobrado.
Al
principio no ocurrió nada, pero de pronto el gigante Hymir sacó una
gigantesca criatura, rica en carnes, y la depositó en cubierta.
-¡He
pescado una ballena! -se jactó el gigante ante Thor, quien todavía
no había sacado ninguna presa, y volvió a echar el sedal en las
frías aguas, que se movían apacibles y con su ritmo natural.
El
viento acariciaba los cabellos rubios del héroe, que permanecía, a
su vez, a la espera ansiosa de la pesca.
De
pronto, un nuevo tirón por parte del gigante Hymir sacudió el
barco. Thor se dio vuelta y vio que su amigo depositaba otra ballena
sobre la cubierta de la embarcación.
-¡Qué
bien se pesca en este lugar! -exclamó el gigante burlándose del
hijo de Odín.
El
poderoso Thor, algo molesto, volvió a concentrar su mirada en las
gélidas aguas del Mar del Norte, cuando, de pronto, algo mordió el
anzuelo que sostenía y comenzó a tirar hacia abajo con una fuerza
sorprendente. Sin perder ni un solo momento más, el dios se enrolló
el sedal entre sus grandes y fuertes manos y tiró hacia arriba con
todo su vigor. Por un instante pareció que la pesca iba a salir,
pero el sedal volvió a hundirse y Thor, a pesar de todo su poder y
su magnífica corpulencia, casi fue arrojado de la embarcación.
Hymir,
ante tanto movimiento, sintió curiosidad, decidió abandonar su
pesca y se acercó a ver lo que ocurría. Al aproximarse, vio que
Thor colocaba los dos pies contra el borde de la embarcación de
madera y comenzaba a tirar con todas sus fuerzas.
Poco
a poco, el sedal fue emergiendo de la superficie de las aguas. Pero,
repentinamente, volvió a hundirse con fuerza, y si no hubiera sido
por el gigante Hymir, que sujetó a Thor entre sus enormes brazos,
éste habría caído de cabeza en el mar.
Una
vez repuestos los dos amigos y ya en equilibrio sus poderosos
cuerpos, ambos comenzaron a trabajar para extraer a la superficie esa
criatura que los había sorprendido por su tamaña fuerza y
resistencia.
Mientras
tensaba los duros músculos de sus piernas y brazos para pescar a la
criatura -todavía invisible, Thor dijo:
-Cuando
saque este pez del agua, cortaré su cabeza y me la llevaré a
Thrúdvangar, mi reino, y elegiré alguno de mis quinientos cuarenta
aposentos de Bilskirnir, mi palacio, para exhibirla en una de sus
paredes, y así podré contemplarla cada vez que me plazca y recordar
siempre este glorioso día.
No
bien había terminado de decir esas palabras, empezó a emerger de
las aguas un monstruo en forma de enorme serpiente: un dragón
marino. De su gran boca poblada de colmillos como púas pendía el
hilo de pesca.
Hymir
no perdió tiempo y, empuñando una daga, cortó el sedal
rápidamente; entonces, el gran Thor cayó al suelo de la
embarcación.
Pero
el dragón no volvió a hundirse (que era lo que el gigante Hymir
esperaba); por el contrario, rebosante de ira le clavó a Thor su
penetrante mirada, capaz de helar la sangre del cuerpo de cualquier
mortal; pero el dios resistió y logró sostenérsela por unos
momentos con sus ojos flamígeros. De inmediato el dragón le arrojó
una nube de veneno. En cuanto el dios del rayo sintió la ponzoña en
sus pulmones, aguantó la respiración y, con su mano cubierta por el
mágico guante llamado larn Greiper, hizo uso de su poderoso martillo
llamado Myolnir1
y lo descargó con furia sobre la inmunda cabeza de la criatura.
El
gigante Hymir observó toda la pelea sujetando sus deseos de
intervenir, pero no se atrevió a hacerlo pues el dios del rayo, del
trueno y del relámpago se había transformado en un coloso de ira:
el color rojo de su cabello estaba exacerbado como el cielo que
anuncia la tormenta, de sus ojos se desprendían rayos fulminantes y
de su barba brotaban chispas como las de piedras de pedernal.
El
dragón, retorcido de dolor ante el golpe del martillo y con su
gigantesco cuerpo estremeciéndose sin cesar, intentó envolver al
héroe con sus anillos, pero los furiosos golpes del hijo de Odín se
lo impidieron.
Thor
redobló sus fuerzas activando su cinturón mágico llamado Megin
Giórd, que también podía hacerlo invisible; sin embargo, no usó
esta propiedad pues deseaba enfrentarse con la bestia cuerpo a
cuerpo.
El
gigante Hymir, quien ya había reconocido al dragón, le gritó:
-Amigo,
¡cuidado! ¡Te estás enfrentando con la terrible Midgard!2
En
efecto, aquel monstruo también era llamado "La Serpiente del
Mundo", que vivía en el fondo del mar y provocaba grandes
catástrofes destruyendo diques y asolando los campos cultivados y
haciendo temblar la tierra y agitando las aguas.
A
lo que el hijo de Odín le respondió en un rugido:
-¡Nada
ni nadie podrá detener la furia de Thor!
Y
al terminar de decir estas palabras asestó sobre la inmunda cabeza
del dragón un terrible golpe de martillo que lo derrotó por
completo y lo hizo hundirse en las gélidas aguas del Mar del Norte.
Thor
sonrió satisfecho y, junto con su amigo gigante, emprendieron el
viaje de regreso.
Desde
ese día, el dios del rayo, del trueno y del relámpago vivió muchas
otras aventuras, pero en ninguna de ellas volvió a enfrentarse al
maléfico dragón.
A
su vez -y a pesar de los terribles golpes que había recibido,
Midgard se había hundido en el mar pero no había muerto. El dragón
sólo había sido derrotado y esperaba el momento de su venganza...
Y
el momento llegó, ya que mucho tiempo después de ese primer
encuentro entre Thor y el dragón, se desató una terrible y
apocalíptica batalla que tuvo el nombre de Ragnarok, aunque también
fue llamada "El Ocaso de los Dioses".
El
malvado Loki -también hijo de Odín y hermano de Thor- reunió a los
gigantes y monstruos del mundo. El gran lobo llamado Fenris3
logró romper la cadena que lo tenía sujeto y se unió al ejército.
Odín
escuchó el llamado de la batalla y convocó a todos los otros
dioses, y con ellos emprendió el camino a través del Arco Iris para
enfrentarse a los espantosos enemigos.
Ya
en plena lucha, Odín se enfrentó con el gran lobo Fenris. El
siniestro Loki, con el gran Heimdal. El poderoso guerrero Tyr, con
Garm, el perro de los infiernos.
Thor,
por su parte, montó su carro de combate tirado por dos carneros
barbudos, uno llamado Tanngnjóst y el otro Tanngrisnir, y se lanzó
a la batalla. (El ruido que hacían sus ruedas al avanzar era como el
del trueno.) Armado con su poderoso cinturón mágico, su guante y su
martillo, enfrentó a gigante tras gigante y monstruo tras monstruo.
Luego abandonó su carro, pues le impedía acercarse a sus enemigos
cuerpo a cuerpo, avanzó a pie y continuó peleando, hundiendo
cráneos y destrozando los cuerpos de aquellos que habían decidido
enfrentarlo. Era terrible ver la furia de sus ojos, que despedían
rayos y relámpagos, con los que también mataba a sus contrincantes.
Por
su parte, el terrible dragón Midgard no había olvidado su
enfrentamiento anterior ante el poderoso hijo de Odín y no dejó
pasar la oportunidad de cobrarse su venganza. Entonces, emergió de
pronto de las entrañas del mar y envolvió con su cuerpo a Thor,
apretándolo con sus anillos, estrangulándolo cada vez más y
contrayendo todo su cuerpo con tal fuerza que hizo temblar la tierra.
El
héroe activó su cinturón mágico, que le redoblaba las fuerzas, y
con su mano enguantada tomó su invencible martillo. Midgard lo
apretó con más fuerza aún pues sabia que, si Thor lograba blandir
su arma mágica, estaría perdido.
Pero
el dios del trueno apretó los dientes, y de sus ojos y de su barba
empezaron a brotar chispas y relámpagos que caían sobre los anillos
del dragón, que aún lo mantenía sujeto. Pero el monstruo no tenía
intenciones de aflojar la presión.
Poco
a poco el poderoso Thor
comenzó a sacar su martillo de entre los anillos de la bestia que lo
mantenían sujeto, y ésta, al ver que su fin estaba próximo, abrió
sus gigantescas fauces y le escupió en la cara todo el veneno que
tenía en su cuerpo hasta agotarse.
Pero
el héroe resistió y, haciendo un último esfuerzo, por fin pudo
liberar la mano que tenía el arma divina y le asestó con ella un
golpe mortal a la cabeza de la serpiente, que no pudo más que
aflojar la presión que ejercía sobre Thor. El hijo de Odín avanzó
sobre el dragón y volvió a enarbolar su martillo, pero el maléfico
ser fue más rápido y hundió sus aguzados colmillos rebosantes de
veneno en el hombro del bravo contrincante.
Thor,
soportando un inmenso dolor, volvió a descargar su martillo con
furia y con tan terrible golpe que hizo estremecer toda la tierra y a
su vez, hundió la cabeza del dragón dentro del propio cuerpo de
éste, que terminó cayendo fláccido cuan largo era.
Sin
embargo, habiendo acabado de matar al feroz enemigo en bravo combate,
Thor, el más fuerte, valiente y ágil de los dioses escandinavos,
mortalmente herido, caminó nueve pasos y cayó muerto.
0.122.4 anonimo (noruega) - 016
1
El
martillo, que a veces toma la forma de hacha o de una maza, también
recibe los nombres, entre otros, de Miölnir, Thrudhamar y El
Triturador.
2
El
dragón también recibe los nombres, entre otros, de
Midgards-chlange, Weltschlange, Midgardsorm, Midgardsworm y
Jormungandr.
3
También
recibe el nombre de Fenrir.
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