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domingo, 31 de marzo de 2013

Thor y el dragón midgard

Cuenta el mito que un día Thor, dios del rayo, del trueno y del relámpago, el más fuerte, valiente y ágil de los dioses escandinavos, hijo de Odín -el Zeus nórdico, creador de todas las cosas- y hermano del malvado Loki, vivió una aventura extraordinaria junto con su amigo gigante llamado Hymir, amo de las regiones árticas.
En esa oportunidad el poderoso Thor, acompañado por su amigo Tyr, había llegado, por primera vez, hasta la morada del gigante Hymir, que lo recibió con la mayor hospitalidad y lo invitó a compartir una opípara comida. Dado que los tres eran de muy buen comer y beber, se dieron un gran festín y se devoraron completos dos de los tres bueyes asados que habían sido servidos como plato principal. Al terminar tan brutal comilona, el gigante Hymir se quejó:
-Ya no tenemos qué comer, la despensa está completamente vacía, ¡vayamos a pescar!
El agasajado Thor, ante la invitación del gigante, no pudo menos que aceptar y decidió subirse a su gran embarcación. Los dos juntos, entonces, emprendieron un azaroso viaje por alta mar, siempre navegando hacia el norte mientras Tyr los miraba alejarse.
Luego de varios días de viaje el gigante detuvo la embarcación y dijo:
-Éste es un buen lugar para pescar.
Y sin decir ni una palabra más arrojó un anzuelo atado a un sedal a las gélidas aguas del Mar del Norte.
El poderoso Thor iba a hacer lo mismo pero se dio cuenta de que no tenía carnada; entonces, buscó con su mirada de ojos azules algo que le sirviera como sebo y decidió utilizar la cabeza del buey que había sobrado.
Al principio no ocurrió nada, pero de pronto el gigante Hymir sacó una gigantesca criatura, rica en carnes, y la depositó en cubierta.
-¡He pescado una ballena! -se jactó el gigante ante Thor, quien todavía no había sacado ninguna presa, y volvió a echar el sedal en las frías aguas, que se movían apacibles y con su ritmo natural.
El viento acariciaba los cabellos rubios del héroe, que permanecía, a su vez, a la espera ansiosa de la pesca.
De pronto, un nuevo tirón por parte del gigante Hymir sacudió el barco. Thor se dio vuelta y vio que su amigo depositaba otra ballena sobre la cubierta de la embarcación.
-¡Qué bien se pesca en este lugar! -exclamó el gigante burlándose del hijo de Odín.
El poderoso Thor, algo molesto, volvió a concentrar su mirada en las gélidas aguas del Mar del Norte, cuando, de pronto, algo mordió el anzuelo que sostenía y comenzó a tirar hacia abajo con una fuerza sorprendente. Sin perder ni un solo momento más, el dios se enrolló el sedal entre sus grandes y fuertes manos y tiró hacia arriba con todo su vigor. Por un instante pareció que la pesca iba a salir, pero el sedal volvió a hundirse y Thor, a pesar de todo su poder y su magnífica corpulencia, casi fue arrojado de la embarcación.
Hymir, ante tanto movimiento, sintió curiosidad, decidió abandonar su pesca y se acercó a ver lo que ocurría. Al aproximarse, vio que Thor colocaba los dos pies contra el borde de la embarcación de madera y comenzaba a tirar con todas sus fuerzas.
Poco a poco, el sedal fue emergiendo de la superficie de las aguas. Pero, repentinamente, volvió a hundirse con fuerza, y si no hubiera sido por el gigante Hymir, que sujetó a Thor entre sus enormes brazos, éste habría caído de cabeza en el mar.
Una vez repuestos los dos amigos y ya en equilibrio sus poderosos cuerpos, ambos comenzaron a trabajar para extraer a la superficie esa criatura que los había sorprendido por su tamaña fuerza y resistencia.
Mientras tensaba los duros músculos de sus piernas y brazos para pescar a la criatura -todavía invisible, Thor dijo:
-Cuando saque este pez del agua, cortaré su cabeza y me la llevaré a Thrúdvangar, mi reino, y elegiré alguno de mis quinientos cuarenta aposentos de Bilskirnir, mi palacio, para exhibirla en una de sus paredes, y así podré contemplarla cada vez que me plazca y recordar siempre este glorioso día.
No bien había terminado de decir esas palabras, empezó a emerger de las aguas un monstruo en forma de enorme serpiente: un dragón marino. De su gran boca poblada de colmillos como púas pendía el hilo de pesca.
Hymir no perdió tiempo y, empuñando una daga, cortó el sedal rápidamente; entonces, el gran Thor cayó al suelo de la embarcación.
Pero el dragón no volvió a hundirse (que era lo que el gigante Hymir esperaba); por el contrario, rebosante de ira le clavó a Thor su penetrante mirada, capaz de helar la sangre del cuerpo de cualquier mortal; pero el dios resistió y logró sostenérsela por unos momentos con sus ojos flamígeros. De inmediato el dragón le arrojó una nube de veneno. En cuanto el dios del rayo sintió la ponzoña en sus pulmones, aguantó la respiración y, con su mano cubierta por el mágico guante llamado larn Greiper, hizo uso de su poderoso martillo llamado Myolnir1 y lo descargó con furia sobre la inmunda cabeza de la criatura.
El gigante Hymir observó toda la pelea sujetando sus deseos de intervenir, pero no se atrevió a hacerlo pues el dios del rayo, del trueno y del relámpago se había transformado en un coloso de ira: el color rojo de su cabello estaba exacerbado como el cielo que anuncia la tormenta, de sus ojos se desprendían rayos fulminantes y de su barba brotaban chispas como las de piedras de pedernal.
El dragón, retorcido de dolor ante el golpe del martillo y con su gigantesco cuerpo estremeciéndose sin cesar, intentó envolver al héroe con sus anillos, pero los furiosos golpes del hijo de Odín se lo impidieron.
Thor redobló sus fuerzas activando su cinturón mágico llamado Megin Giórd, que también podía hacerlo invisible; sin embargo, no usó esta propiedad pues deseaba enfrentarse con la bestia cuerpo a cuerpo.
El gigante Hymir, quien ya había reconocido al dragón, le gritó:
-Amigo, ¡cuidado! ¡Te estás enfrentando con la terrible Midgard!2
En efecto, aquel monstruo también era llamado "La Serpiente del Mundo", que vivía en el fondo del mar y provocaba grandes catástrofes destruyendo diques y asolando los campos cultivados y haciendo temblar la tierra y agitando las aguas.
A lo que el hijo de Odín le respondió en un rugido:
-¡Nada ni nadie podrá detener la furia de Thor!
Y al terminar de decir estas palabras asestó sobre la inmunda cabeza del dragón un terrible golpe de martillo que lo derrotó por completo y lo hizo hundirse en las gélidas aguas del Mar del Norte.
Thor sonrió satisfecho y, junto con su amigo gigante, emprendieron el viaje de regreso.
Desde ese día, el dios del rayo, del trueno y del relámpago vivió muchas otras aventuras, pero en ninguna de ellas volvió a enfrentarse al maléfico dragón.
A su vez -y a pesar de los terribles golpes que había recibido, Midgard se había hundido en el mar pero no había muerto. El dragón sólo había sido derrotado y esperaba el momento de su venganza...
Y el momento llegó, ya que mucho tiempo después de ese primer encuentro entre Thor y el dragón, se desató una terrible y apocalíptica batalla que tuvo el nombre de Ragnarok, aunque también fue llamada "El Ocaso de los Dioses".
El malvado Loki -también hijo de Odín y hermano de Thor- reunió a los gigantes y monstruos del mundo. El gran lobo llamado Fenris3 logró romper la cadena que lo tenía sujeto y se unió al ejército.
Odín escuchó el llamado de la batalla y convocó a todos los otros dioses, y con ellos emprendió el camino a través del Arco Iris para enfrentarse a los espantosos enemigos.
Ya en plena lucha, Odín se enfrentó con el gran lobo Fenris. El siniestro Loki, con el gran Heimdal. El poderoso guerrero Tyr, con Garm, el perro de los infiernos.
Thor, por su parte, montó su carro de combate tirado por dos carneros barbudos, uno llamado Tanngnjóst y el otro Tanngrisnir, y se lanzó a la batalla. (El ruido que hacían sus ruedas al avanzar era como el del trueno.) Armado con su poderoso cinturón mágico, su guante y su martillo, enfrentó a gigante tras gigante y monstruo tras monstruo. Luego abandonó su carro, pues le impedía acercarse a sus enemigos cuerpo a cuerpo, avanzó a pie y continuó peleando, hundiendo cráneos y destrozando los cuerpos de aquellos que habían decidido enfrentarlo. Era terrible ver la furia de sus ojos, que despedían rayos y relámpagos, con los que también mataba a sus contrincantes.
Por su parte, el terrible dragón Midgard no había olvidado su enfrentamiento anterior ante el poderoso hijo de Odín y no dejó pasar la oportunidad de cobrarse su venganza. Entonces, emergió de pronto de las entrañas del mar y envolvió con su cuerpo a Thor, apretándolo con sus anillos, estrangulándolo cada vez más y contrayendo todo su cuerpo con tal fuerza que hizo temblar la tierra.
El héroe activó su cinturón mágico, que le redoblaba las fuerzas, y con su mano enguantada tomó su invencible martillo. Midgard lo apretó con más fuerza aún pues sabia que, si Thor lograba blandir su arma mágica, estaría perdido.
Pero el dios del trueno apretó los dientes, y de sus ojos y de su barba empezaron a brotar chispas y relámpagos que caían sobre los anillos del dragón, que aún lo mantenía sujeto. Pero el monstruo no tenía intenciones de aflojar la presión.
Poco a poco el poderoso Thor comenzó a sacar su martillo de entre los anillos de la bestia que lo mantenían sujeto, y ésta, al ver que su fin estaba próximo, abrió sus gigantescas fauces y le escupió en la cara todo el veneno que tenía en su cuerpo hasta agotarse.
Pero el héroe resistió y, haciendo un último esfuerzo, por fin pudo liberar la mano que tenía el arma divina y le asestó con ella un golpe mortal a la cabeza de la serpiente, que no pudo más que aflojar la presión que ejercía sobre Thor. El hijo de Odín avanzó sobre el dragón y volvió a enarbolar su martillo, pero el maléfico ser fue más rápido y hundió sus aguzados colmillos rebosantes de veneno en el hombro del bravo contrincante.
Thor, soportando un inmenso dolor, volvió a descargar su martillo con furia y con tan terrible golpe que hizo estremecer toda la tierra y a su vez, hundió la cabeza del dragón dentro del propio cuerpo de éste, que terminó cayendo fláccido cuan largo era.
Sin embargo, habiendo acabado de matar al feroz enemigo en bravo combate, Thor, el más fuerte, valiente y ágil de los dioses escandinavos, mortalmente herido, caminó nueve pasos y cayó muerto.

0.122.4 anonimo (noruega) - 016

1 El martillo, que a veces toma la forma de hacha o de una maza, también recibe los nombres, entre otros, de Miölnir, Thrudhamar y El Triturador.
2 El dragón también recibe los nombres, entre otros, de Midgards-chlange, Weltschlange, Midgardsorm, Midgardsworm y Jormungandr.
3 También recibe el nombre de Fenrir.

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