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domingo, 28 de diciembre de 2014

El martillo de thor

Todos los dioses sabían que Loke era un bromista peligroso. Pero nunca pensaron que se iba a atrever a tanto: ¡cortar la dorada cabellera de Sif, nada menos que la mujer de Thor!
Cuando el poderoso Thor, el dios del trueno, llegó a su mansión y se encontró a su esposa escondida en sus aposentos, llorando desconsolada y completamente calva, su furia no tuvo límites.
-¡Has ido demasiado lejos, Loke, hijo de gigantes! ¡Si no le devuelves la cabellera a Sif, morirás!
Y Loke se dio cuenta de que hablaba en serio.
Había solo una raza en el mundo capaz de solucionar su proble-ma: los enanos. Ellos eran los dueños de las minas de donde se obtenían los minerales. En sus fraguas y talleres, ocultos en cavernas en las profundidades de la tierra, eran capaces de trabajar el metal con una combinación de arte y magia que producía las más asombrosas creaciones.
Loke decidió recurrir a sus amigos, los hijos de Ivald, enanos con extraordinarios poderes. El precio fue alto, pero los enanos cumplie-ron con el trato. No solo le entregaron una maravillosa cabellera dorada, capaz de crecer como pelo verdadero una vez que estuviera en la cabeza de la pobre Sif, sino que le dieron además otros dos regalos mágicos con los que Loke pudo jactarse en Asgard, la morada de los dioses.
-¡No hay otros enanos que tengan los poderes de los hijos de Ivald! -decía Loke, que todavía no había mostrado sus tesoros.
Brok, el enano, se sintió ofendido.
-No sé qué te han dado los hijos de Ivald. ¡Pero sé que mi hermano Eitin puede hacer eso y mucho más! Nadie como él es capaz de trabajar el oro, la plata, el bronce y el hierro.
-Te apuesto la cabeza a que tu hermano Eitin no consigue tres objetos mágicos mejores que los míos -dijo Loke.
-¡Acepto la apuesta! -le contestó Eitin.
Y se lanzó a buscar a su hermano por los oscuros caminos de túneles que unen las cavernas del mundo de los enanos. Encontró a Eitin trabajando en su fragua.
-Puedo superar cualquier cosa que hayan hecho esos tontos, los hijos de Ivald. Voy a necesitar tu ayuda. Será necesario soplar la fragua constante-mente con el fuelle, sin parar ni un instante. Pero después de esforzarme con el martillo para realizar cada uno de los trabajos, me veré obligado a descansar.
-Yo me encargo del fuelle -aseguró Brok, creyendo que sería muy sencillo.
Entonces Eitin martilló metal furiosamente sobre la piel de un cerdo, la puso en la fragua y se echó a descansar dejando a Brok a cargo del fuelle.
Pero mientras Brok trabajaba echando aire, un enorme mosquito entró y lo picó en la mano causándole gran dolor. A pesar de todo, Brok no dejó el fuelle y cuando Eitin se despertó, sacó de la fragua un misterioso y enorme jabalí de metal con cerdas de oro puro.
El segundo trabajo fue un anillo de oro y aunque el terrible mosquito picó a Brok en el cuello, no consiguió que dejara de soplar con el fuelle. Pero cuando el tercer trabajo, un martillo de hierro, estaba en la fragua, el mosquito gigante picó a Brok en el párpado y lo hizo sangrar, nublándole la vista. El enano aguantó valientemente todo lo que pudo, pero al fin tuvo que dejar de echar aire por un instante para enjugarse la sangre de la frente.
-¡Tonto! -gritó Eitin cuando se despertó. ¡Ese mosquito era Loke! ¿No sabes que el muy pícaro siempre se transforma para obtener lo que quiere? Por suerte el martillo estaba casi terminado cuando dejaste el fuelle. El mango quedó un poco corto, pero servirá. Se llamará Mjolnir.
Y llegó el momento de la gran decisión. En Asgard se reunieron los dioses, sentados en sus tronos brillantes, para decidir quién había traído los mejores regalos.
Loke presentó los objetos realizados por los hijos de Ivald: la cabellera de oro, una espada y un barco. Apenas Thor puso la cabellera sobre la cabeza de su esposa, el pelo empezó a crecer como si siempre hubiera estado allí. La espada se llamaba Gungner y jamás erraba un tajo.
Pero el barco..., ah, el barco era algo especial. Se llamaba Skid-bladner y tenía la virtud de ir siempre hacia donde dueño le ordenaba, aunque... no hubiera viento o con el viento en contra, aunque las mas fuertes corrientes marinas se opusieran a su ruta. Pero, además, el barco Skid­bladner se podía doblar como si fuera de papel y guardarse en un bolsillo.
Loke estaba muy contento y seguro de que Brok no podía traer nada mejor. Y sin embargo...
Brok mostró un anillo de oro puro. Parecía un anillo común, aunque muy valioso y pesado.
-Cada nueve noches -explicó, este anillo produce ocho anillos exactamente iguales a él. Empezando ahora mismo.
Y todos vieron cómo el anillo se reproducía extrañamente.
Después mostró el jabalí de metal.
-Este jabalí es capaz de correr más rápido que el caballo más veloz. Y no solo en tierra: también por el aire y por el mar, de día y de noche, iluminando la oscuridad con el brillo de sus cerdas.
Pero lo mejor de todo fue el martillo que Brok puso en las manos de Thor. Mjolnir jamás erraba un golpe. Era capaz de destruir cualquier cosa que se le pusiera delante, grande o pequeña, ya fuera un enemigo o una montaña. No importa cuán lejos se le arrojara, volvería siempre a la mano de su amo. Además, se hacía tan pequeño que se podía llevar escondido en la ropa.
El tribunal de los dioses decidió que Brok había ganado la apuesta. Loke debía pagar con su cabeza.
-Puedes llevarte mi cabeza -dijo Loke, burlón. Siempre que no toques mi cuello. Mi cuello no entró en la apuesta para nada.
El tribunal tuvo que aceptar que Loke tenía razón. Pero Brok, furioso con la burla del gran bromista, decidió coser sus labios con un punzón y una tira de cuero. Los dioses estaban un poco hartos de las bromas y las jactancias de Loke y pensaron que llevar la boca cosida por un tiempo no le vendría mal. De modo que le permitieron a Brok llevar a cabo su venganza. Y eso que todavía no sabían los males que el malvado Loke traería un día a Asgard, su resplandeciente morada.

0.079.4 anonimo (vikingo) - 059

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